miércoles, 17 de junio de 2009

No podemos olvidar


En 1994 escribí un artículo (no publicado, pero que he conservado) que titulé "Época de cambios y cambios en la historia". Coincidió con el momento en que Silvio Berlusconi accedió al gobierno italiano, en plena crisis del régimen surgido tras la Segunda Guerra Mundial y de las fuerzas políticas y sociales de la izquierda que habían intentado, de distintas formas, modificarlo. No deseo decir más de lo que escribí, prefiero ahora recordarlo.

En estos días me está llamando la atención un hecho político, no tanto novedoso como sorprendente: el partido neofascista italiano, el MSI [Movimiento Social Italiano], ha conseguido un considerable aumento de votos en las elecciones municipales, que, aunque parciales, afectan a las principales ciudades del país. Según las informaciones aparecidas en los distintos medios, parece claro un trasvase de votos desde el electorado tradicional de los partidos de derecha (en especial de la Democracia Cristiana, como partido hegemónico y mayoritario desde la instauración del actual régimen). Y para acabar esta relación de noticias, el empresario Silvio Berlusconi anuncia su deseo de saltar a la arena política, desde una plataforma conservadora, pero dejando claro que su opción de voto para la segunda vuelta de las elecciones es el MSI. A modo de ilustración de lo referido, se ha podido ver una fotografía en la prensa de Berlusconi con un claro parecido en físico y ademán con otra del fascista Benito Mussolini. Si unimos a esto el aumento en incidencia y protagonismo que desde años atrás se conoce en Europa de partidos políticos tales como el Frente Nacional en Francia o los nacionalsocialistas alemanes; de movimientos de carácter racista, xenófobo y antisemita; de grupos, grupúsculos y bandas diversas ligadas a subculturas juveniles urbanas y con un claro carácter violento; de grupos de aficionados deportivos, preferentemente de fútbol, que se identifican mediante la violencia y a menudo con una simbología fascista; los intentos por querer reivindicar la figura del dictador Franco, etc. estamos describiendo un cuadro que resulta inquietante.


Eso escribí hace 15 años y creo que, salvo lo coyuntural de que Berlusconi finalmente acabó ganando las elecciones en Italia, se puede decir, en primer lugar, que estamos en la misma situación. Ahora ya el viejo partido fascista MSI, de inmediato refundado en Alianza Nacional, ha acabado fusionándose recientemente con la Forza Italia de Berlusconi en el Popolo della la Libertá, el partido que controla el gobierno y las dos cámaras de representantes desde el año pasado.

No quiero entrar ahora, en segundo lugar, a analizar el "fenómeno Berlusconi", su demagogia ramplona o su meteórico ascenso empresarial vinculado a la corrupción desde los años 70, con el apoyo de la vieja Democracia Cristiana (primero) y del Partido Socialista Italiano de Craxi (después), hasta convertirse hoy en un estado (empresarial) dentro del estado (político). No tengo ganas ni creo que sea el momento. Sólo quiero recordar que en los años 20 y 30, en plenas crisis políticas y económicas (la de postguerra y la del 29), surgieron y llegaron al poder, respectivamente, dos partidos políticos de la misma estirpe: el fascista italiano y el nazi alemán. ¿Sigo...? Son las once de la noche pasadas y estoy cansado. Ya seguiré en otro momento. Pero no olvidemos.