jueves, 30 de junio de 2011

¡Vaya cabreo que se han cogido!

Se han cabreado. El alcalde de Zaragoza, el psocialista Juan Alberto Belloch, ha utilizado términos o frases como “disparate total”, “ya tendrán tiempo el jurado de arrepentirse”, “error grave”, “dislate”, “que se repita la votación”, “ha ganado por razones políticas, equivocadas”, “el proceso de paz (…) no puede ser tenido en cuenta”, “una cosa es la cultura de la paz y otra cosa es el proceso de paz”... La ministra de Medios (ambiente, rural y marino), Rosa Aguilar, otrora dirigente de IU  y alcaldesa de Córdoba por esa misma formación, no se ha quedado tampoco corta: “sentirse dolida”, “rabia”, “grave error”, “magnífico error”, “decisión política”, “el camino hacia la paz se refuerza de otra manera, dejando las armas y diciendo que punto y final, aquí lo que se decidía es la Capital de la Cultura”... José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía, ha acogido la decisión “con decepción”. Paulino Plata, consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, está “impactado”. El líder del PP, Mariano Rajoy, no ha podido ser menos contundente: “Yo de Bildu me espero cualquier cosa”. Antonio Basagoiti, líder del PP vasco, ha destacado que “bastante castigo tienen los donostiarras con tener un alcalde de Bildu como para que sean castigados doblemente”.

Y todo porque Donostia, en euskera, o San Sebastián, en castellano, habiendo sido designada Capital Europea de la Cultura para el año 2016, tiene como alcalde desde hace un par de semanas a un miembro de Bildu. 

miércoles, 29 de junio de 2011

Mercadeos eclesiásticos


Hace un mes el señor Antonio María Rouco Varela declaró que el contenido del anteproyecto de la ley Reguladora de los derechos de la persona ante el proceso final de la vida, más conocida como de muerte digna, no suponía una forma de eutanasia, si bien anunció que la Iglesia estaba estudiando sus detalles (ver infoCatólica). Hace dos días el portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, anunció que la futura ley "deja las puertas abiertas a la legalización de conductas eutanásicas que lesionarían gravemente los derechos de la persona, su dignidad y su vida", por lo que llama a su desobediencia. ¿Qué ha ocurrido para que se haya dado ese cambio? ¿Se precipitó el presidente de la Conferencia Episcopal? ¿Se han visto presionados los obispos por los sectores más retrógrados de la Iglesia, que desde el principio se opusieron al anteproyecto del gobierno?

Falta poco para la visita del Papa con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. El coste del evento político-religioso es muy elevado, cuantificado en más de cien millones de euros, de los cuales las administraciones públicas se han hecho cargo de al menos las tres cuartas partes y lo restante de las aportaciones de varias grandes empresas. Un apoyo, este último, nada desinteresado, pues sus donaciones tendrán las correspondientes exenciones fiscales. En el manifiesto que se ha elaborado bajo el lema "De mis impuestos, al Papa cero", suscrito por varios numerosos grupos políticos y sociales, incluidos varios cristianos, se dice, entre otra cosas, que en este tipo de visitas el Papa y la jerarquía católica "no se limitan a dar consejos morales a sus fieles, cosa legítima, sino que pretenden convertir sus particulares visiones de la moral y de la sociedad en normas obligatorias para todos". 

Me pregunto si con el cambio de opinión lo que ha hecho realmente la jerarquía eclesiástica es poner al descubierto las cartas, una vez que ha amarrado el apoyo necesario del gobierno a la visita papal. Resulta claro que su comportamiento es una sucesión de mercadeos, algo que no es nuevo
     

domingo, 26 de junio de 2011

Juegos de guerra

Varios barcos de guerra llevan apostados desde hace varios días en la bahía de Barbate, frente al campo militar de la sierra del Retín. Lo llevan haciendo año tras año desde 1980, cuando el ministerio de Defensa se apropió de buena parte del término municipal para dedicarlo al adiestramiento de tropas de la OTAN. Acabo de oír el ruido de los aviones, que sobrevuelan de vez en cuando, y esta noche, durante varias horas, el de los helicópteros, pero no bombazos, como en otras ocasiones. No son normales estos juegos de guerra a estas alturas del año, cuando las playas empiezan a llenarse de bañistas. Me imagino que lo necesitan. No muy lejos, más allá del estrecho de Gibraltar, nuestro país está participando desde hace unos meses en una guerra de agresión en Libia. Lo lleva haciendo desde años atrás en Afganistán. En los dos países se suceden a diario las muertes, las matanzas... Hoy nos han dicho que han muerto dos militares de las tropas españolas en el país asiático. Un varón y una mujer. Ella, colombiana.

jueves, 23 de junio de 2011

El muchacho con melena y cristales oscuros







































Corría octubre del año 1975 y por el instituto apareció un muchacho burgalés. Era alto y delgado, tenía melena larga y llevaba gafas metálicas con cristales oscuros. Nos hicimos bastante amigos gracias a nuestras afinidades políticas antifranquistas, algo que en clase, el COU 7, no abundaba, pues predominaba la indiferencia. Dedicamos muchas horas a charlar, en lo que nos cabía, además de la política, la cultura. 

Le encantaba el cine y veía más películas que yo, que tampoco me quedaba en la zaga. Compraba una revista del género, de la que no recuerdo su nombre, lo que hacía que tuviera más información que la que yo podía obtener por mí mismo. Me prestó algún ejemplar de vez en cuando y en cierta ocasión lo hizo para preparar una crítica de la película La naranja mecánica para la revista del club juvenil. Estuvimos en el grupo del instituto que organizó dos ciclos de cine: uno, para los chavales y las chavalas del recién iniciado BUP, en el que teníamos que presentar las películas (Patton…) y en teoría moderar unos coloquios que nunca se dieron porque al final salían en estampida; el otro, para la gente de COU e incluso de la universidad, de una mayor entidad por sus películas (El espíritu de la colmena, Con la muerte en los talones, La confesión, Círculo rojo, El proceso de Verona…) y los presentadores (recuerdo a Juan Antonio Pérez Millán, que por entonces hacía las críticas en el periódico El Adelanto), dando lugar a interesantes debates. Precisamente por la selección de las películas fue por lo que mi compañero se distanció del grupo, descontento por lo que consideraba una manipulación del cura del insti, al que llamaban “Netol” dado su parecido al de la marca de betunes. 

Mi colega era más radical que yo en casi todo. Por ejemplo, él era muy amante del rock, algo que a mí nunca me atrajo mucho. Por lo que me contó, estaba vinculado a un grupo que se decía asambleario y anticapitalista, y había participado durante el verano en las movilizaciones contra las penas de muerte impuestas a militantes de ETA y el FRAP, cinco de los cuales acabaron ejecutados en septiembre. Cuando supo lo de mi militancia en “la joven”, le  pareció poca cosa, por reformista, y se negó por ello a formar parte de la junta democrática del instituto, a la que infructuosamente le invité a entrar. No rechazó, sin embargo, formar parte de la plataforma reivindicativa de estudiantes, desde donde llegamos a paralizar el instituto un día. 

Juntos hicimos un trabajo voluntario para la asignatura de Historia Contemporánea, eligiendo para la ocasión un tema muy propio de la épica militante: “La Comuna de París de 1871”. Su intención era estudiar Periodismo en Madrid, lo que hizo acabado el curso y aprobada la selectividad. 

No volví a verlo quizás hasta la primavera de 1977, cuando estábamos en 1º de nuestras respectivas carreras. Un día apareció por la Plaza junto con otros amigos, bien cargadito no sé de qué, pero lo suficiente para mantener una risita permanente. Intercambiamos algunas palabras, pocas, las suficientes para saber que estaba en un colegio mayor –que he descubierto ahora que era el celebérrimo San Juan Evangelista- y, sobre todo, para que acentuara sus risitas cuando vio que estaba haciendo labores de propaganda para mi partido. Resulta evidente que estaba en otra onda no sólo de lo mía, sino de la suya de meses antes. 

No hace mucho he sabido que es un reconocido crítico musical, que trabaja en publicaciones importantes y que ha escrito algún que otro libro. Es experto en jazz, aunque hace uso del espectáculo en directo mezclando una variedad de autores, estilos y épocas. En una entrevista reciente ha dado muestras de su sapiencia musical, sin que le haya faltado  gratitud a la figura de su padre, un viejo luchador cristiano de base que le respetó siempre su agnosticismo. Lo he podido reconocer en algunas fotografías, más mayor que antaño, por supuesto, pero manteniendo su gusto por los cristales oscuros en las gafas y una larga melena, que a veces recoge con una coleta. Parece como si el que fuera hace años antiguo compañero de estudios siguiera siendo el mismo en sus formas desenfadadas. Me lo imagino entre los sones de sus músicas y los ruidos de la jungla madrileña que ha encontrado como su refugio de por vida. Lo que no sé es si volvería a emitir sus risitas permanentes cuando, por un suponer, nos cruzáramos de nuevo.  

sábado, 18 de junio de 2011

Recordando una reflexión sobre la izquierda

En 1997 se publicó en Debate Ciudadano (n. 21, octubre) un artículo mío con el título "Defender la dignidad humana" que tiene esta entrada. No surgió del azar o la improvisación, sino que fue una respuesta mía, a modo de reflexión, de lo que un alumno de 2º de BUP me planteó en clase de Historia. Consideraba él que la izquierda política sólo había aportado aspectos negativos a la humanidad, en una línea de argumentación propia de los círculos conservadores. Ésta fue mi respuesta por escrito.  


Defender la dignidad humana

¿Qué es la izquierda? El concepto alude a la tendencia sociopolítica que en el siglo XIX recogía la consecución, o su defensa, de unos principios que los regímenes políticos no reconocían o limitaban. Frente a las monarquías absolutas, la izquierda defendió las ideas liberales. Frente a los regímenes liberales restrictivos, la izquierda defendió el sufragio universal o mayores derechos y libertades. Frente a la ausencia de una legislación laboral, defendió derechos para la clase obrera como el de huelga o la reducción de la jornada laboral, entre otros. La democracia, entendida como un régimen político basado en el pueblo, recogió todos esos aspectos. La izquierda, de principio, significa pues desarrollo de derechos y libertades, mayor participación de la ciudadanía, pero también una mayor igualación social, no sólo teórica, sino real. El movimiento obrero, y con él el socialismo, aportaron nuevos contenidos y una nueva dimensión a la izquierda, ya que junto a todo lo anterior planteó modelos sociales y políticos alternativos. Eso es lo que presentaron los primeros socialistas (los utópicos) y más tarde los socialistas (o comunistas) y anarquistas. El siglo XX se abrió con una de las crisis sociales y políticas  más profundas, cuando los tambores de guerra y la colonización de otros continentes se mostraron como las pruebas más palpables de la agresividad del orden social dominante. A ello habría que unir las dificultades para conseguir o mantener los logros sociales y políticos. En este contexto surge en el imperio ruso la revolución que marcaría el destino del mundo en las décadas siguientes. Frente a la barbarie del capitalismo imperialista se presentó como una esperanza, ya que fue la primera vez en la historia que triunfó una revolución en nombre de y para las personas oprimidas. La frustración histórica que ha provocado ha sido tremenda, ante los abusos y crímenes que se sucedieron. Defenderla globalmente no puede ser  justo ni puede enorgullecer a las gentes de izquierda, que, desde una perspectiva emancipadora, defendemos por principio, como ya dijimos, las ideas de libertad e igualdad social a la vez. Mucho ha llovido desde entonces. En el bagaje de la izquierda se han ido añadiendo nuevos planteamientos (muchos de ellos ya viejos, ya presentes en otras épocas, pero abandonados o no tenidos en consideración). Hoy no podemos olvidar los planteamientos de igualdad entre los géneros, el pacifismo, el ecologismo o la defensa de las minorías de cualquier índole (culturales, nacionales, religiosas, sexuales, etc.). A la vieja reducción de lo universal a lo estrictamente masculino, relegando casi de un plumazo a la otra mitad de la población, están aumentando las demandas de una redistribución igualitaria de las tareas y los tiempos entre los dos géneros. Contra el mundo amenazado por armas destructivas sin parangón en la historia se alzan voces contra las estructuras militares supranacionales, las armas nucleares e incluso contra los ejércitos o abogando por la insumisión. La naturaleza, agredida por la depredación y la contaminación, que define la irracionalidad de un sistema económico que sólo busca el crecimiento económico por sí mismo y el consumo abusivo, está dando paso a una conciencia y práctica ecológicas. Frente al empobrecimiento cada vez mayor de los países del Tercer Mundo, donde existe la miseria más vergonzosa, se suceden las resistencias de quienes la sufren. Las políticas económicas que defienden la reducción del gasto público, la privatización de los servicios sociales, la congelación salarial o la liberalización en las contrataciones dan lugar a una permanente oposición. La imposición  de modelos homogeneizadores en los comportamientos, lenguas, ideas, creencias o costumbres no impide que se siga reivindicando el derecho a la diferencia e incluso la individualidad, como una clara muestra de la riqueza de la creatividad y libertad humanas. ¿Qué es la izquierda pues? ¿Algo estático? No, por supuesto. Pero tampoco la asunción de aquello que permite consolidar y legitimar un sistema injusto. La izquierda es inconformista, lucha contra todo aquello que limite o suprima a las personas su integridad y dignidad personales. Defiende la libertad, entendida como la no agresión a las otras personas. Defiende la igualdad, donde cada persona desarrolle sus capacidades y esfuerzos, pero sin la explotación humana. Defiende una relación entre los géneros que respete la diferencia, pero que impida la superioridad de uno sobre otro. Respeta el medio natural, del que somos sólo un elemento de su globalidad. Defiende, en suma, la dignidad humana, que es la que refleja en definitiva el grado de respeto en las relaciones entre las personas. 


(Imagen: pintura de Fernand Léger, Los constructores con árbol


viernes, 17 de junio de 2011

La paradoja de un instante (contra Cercas)

En 1979 se publicó el libro Adolfo Suárez: historia de una ambición, obra del periodista Gregorio Morán. En su atrevimiento, como reza el título de libro, trazó la metódica, rápida y, en cierta medida, azarosa ascensión política de un personaje salido de las entrañas del régimen franquista que, por su formación mediocre, no hubiera alcanzado la cúspide del poder en vida de Franco, amigo éste de personas con mayor lustre académico, profesional o de rango militar (Miguel, 1975). Fue ése quizás el momento de apogeo de su éxito, después de haber mostrado una gran habilidad como timonel de lo que acabó siendo una improvisada reforma pactada, sentirse airoso por el éxito de la nueva Constitución y haber ganado dos elecciones generales.

Para quienes éramos reacios a admitir la nueva criatura política surgida del pacto entre franquistas y la mayor parte de la oposición al régimen, considerábamos a Suárez un claro heredero del franquismo y poco nos importaba la calidad de sus laureles. Pero lo cierto es que año y medio después de ese apogeo, Suárez acabó siendo víctima de su entorno, de su partido, de los generales franquistas, de las maniobras del imperio, de la prensa reaccionaria o de la dura oposición ejercida por el PSOE, que en general sólo veían debilidad en el gobierno ante la intensificación de la lucha armada a manos de ETA sobre todo, las luchas sociales de sindicatos y estudiantes, o los avatares del naciente proceso autonómico. El 29 de enero Suárez hizo pública su dimisión como jefe de gobierno, reconociendo en su mensaje que la  “lealtad exige hoy también que se produzcan hechos que, como el que asumo, actúen de revulsivo moral que ayude a restablecer la credibilidad en las personas y en las instituciones” (Cid y otros, 1981: 124-125).

Un mes después, 23 de febrero, en plena investidura de su sustituto en la jefatura del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, tuvo lugar el asalto a la sede del Congreso y la sucesión de acciones militares en distintos lugares del país. Y es aquí donde entra el contenido del libro de Javier Cercas Anatomía de un instante, donde su autor hace una lectura introspectiva y detallada, en una consciente mezcla confusa de realidad y ficción, de lo que ocurrido ese día a través de algunos de sus protagonistas principales, especialmente Manuel Gutiérrez Mellado, Santiago Carrillo y, sobre todo, Adolfo Suárez. Como no voy a hacer un análisis de sus elucubraciones, entre históricas y literarias, del libro me quedo con su cambio de percepción sobre Suárez desde cuando, como joven estudiante, sentía poca simpatía por él hasta su actual posición, panegírica, coincidente con la que su padre tenía por esos años.

En 2009, coincidiendo con el libro de Cercas, Gregorio Morán sacó otro, Adolfo Suárez. Ambición y destino, donde completó la biografía con los años que le siguieron como exgobernante, zigzagueando en su definición política, entre democristiano y  socialdemócrata, o entre centro y centro-izquierda; en su aventuras de partido, primero con el CDS, de fachada reformista y base conservadora, y luego dejándose querer y financiar por Mario Conde; y en su final acercamiento al PP desde 1996, como un hecho consumado de lo que hizo su gente cuando se fue al regazo natural de la derecha, incluido su propio hijo, que llegó a ser candidato a la presidencia de Castilla-La Mancha en 2003.

Morán se ha referido a él en términos muy duros, lo que no tiene por qué estar reñido con que se ajusten a la realidad. En su último libro ha escrito que “de todas las manipulaciones a las que se ha sometido la transición, el proceso de beatificación de Suárez es quizá de las más logradas” (González Férriz, 2009). Cercas, indulgente, se ha apoyado en la imagen paradójica de un Suárez elevado a la categoría de héroe, sentado, no tumbado, en su butaca del Congreso en medio de tricornios y metralletas, para acabar admitiendo lo que fue para su padre la clave de que en su día le apoyara políticamente como millones de votantes: “era como nosotros (…). Era de pueblo, había sido de Falange, había sido de Acción Católica, no iba a hacer nada malo” (2009: 436-437). Todo un retrato de esa parte de la sociedad española que sirvió de base social para que la dictadura durara cuatro décadas. Lo malo es que su eco sigue resonando. 

 

 

Bibliografía de referencia

Cercas, Javier (2009). Anatomía de un instante. Barcelona, Mondadori.
Cid, Ricardo y otros (1981). La caída de Suárez. Madrid, Emiliano Escolar Editor.
González Férriz, Ramón (2009). “Adolfo Suárez. Ambición y destino, de Gregorio Morán”, en Letras Libres, julio, http://www.letraslibres.com/index.php?art=13961
Morán, Gregorio (1979). Adolfo Suárez: historia de una ambición. Barcelona, Planeta.

Un ejercicio inútil de ucronía

























No sé por qué –¿o quizás sí?- me dediqué hace unas semanas a revisar un viejo cuaderno del colegio donde estudié los primeros años de bachillerato. En el listado del cuarto curso aparecieron ante mí 71 compañeros, cuyos nombres fui recordando, cuando fue posible, con facilidad en unos casos y a duras penas en otros. Estuve después buscando información, casi como un poseso, a través de la red inmaterial tejida en el espacio. 


Y en uno de los momentos apareció quien, no siendo amigo ni compañero de grupo –yo era del be-, sí fue acompañante en conversaciones y hasta discusiones que de vez en cuando manteníamos. Poco amigo del ejercicio físico él, coincidíamos en el gusto por la palabra hablada, que cultivábamos menos en los recreos entre clase y clase y más en los regresos a casa que hacíamos en pandilla ya de noche, rondando casi con la hora del sereno. He dicho discusiones, porque, aun siendo imberbes a la edad de trece o catorce años yo y uno menos quizás él, en cierta ocasión surgió un tema que resultó ser de sumo interesante. 

Preocupado yo como estaba por empezar a redimir el mundo a la manera contraria como nos enseñaban los curas, el nazismo y la cuestión judía se presentaron como la piedra de toque donde más se encontraron nuestras posiciones. El compañero resultó ser un racista de lo más empedernido. Ignorando yo de dónde le había venido esa propensión, tuve que redoblar mi beligerancia más desde la ética que mediante los argumentos que pudiera aportar más allá que lo que podía saber acerca de la ignominia del holocausto. Al muchacho no le hacía ascos eso de la raza inferior, los campos de concentración o las cámaras de gas. Fue por boca suya cuando oí por primera un supuesto plan nazi de enviar a la población judía a la isla de Madagascar. 

Cuando con dieciséis años me fui a estudiar al instituto masculino, no volví a saber más de él, pese a la cercanía de nuestros domicilios. Me imagino que seguiría con su brillante trayectoria académica, pues estaba entre los que llamábamos empollones, lo que se ha corroborado cuando he sabido que es médico en la ciudad que nos vio nacer y crecer. 

Lo vi el otro día en una foto, no sé si rapado o alopécico, con un traje oscuro y una corbata impecables, unas gafas negras de media montura, los brazos cruzados y un semblante, más que de seriedad, de dureza. También he sabido que es el responsable regional de su ramo profesional en uno de los sindicatos que en el argot de la gente de izquierda llamamos amarillos. A mí eso me da igual y tampoco me sorprende. Sin embargo, no he podido evitar el haber pensado, consciente de lo inútil como ejercicio de ucronía, lo que hubiera ocurrido si sus opiniones de adolescente las hubiera tenido en los tiempos en que las camisas pardas y los uniformes negros de la raza aria desfilaban por Europa.

jueves, 16 de junio de 2011

Ya no tenemos barba











































Lo he visto envejecido en la fotografía. Puede que demacrado. En parte lo disimula con esa costumbre de hace unos años consistente en raparse el poco pelo que les va quedando en la cabeza a los calvos. La barba la ha sustituido por una perilla. Le da más prestancia y le aleja del desaliño que tuvo -que tuvimos- cuando era joven. El libro en sus manos le da un aire intelectual. Lo es. Es catedrático ya. Posiblemente el culmen de una brillante trayectoria desde que, siendo estudiante, sobresalía en notas y, sobre todo, en sapiencia. Le siguió una carrera académica de becado, doctorado y profesor titular, acompañada de numerosas publicaciones sobre su adorada época pasada. 

Recuerdo, por mi opción por lo contemporáneo, cuando me reprocharon él y los amigos de estudios de entonces que escogiera una asignatura que impartía “la monja”, cuando ellos habían optado por el departamento más rojo de la facultad y quizás de la universidad. 

Fue pasando el tiempo y cuando la  distancia de interpuso, seguimos viéndonos periódicamente para no dejar de hacer lo que más nos gustaba: hablar y discutir en el buen sentido de la palabra. La última vez que vi a mi amigo discutimos, aunque esta vez  irremediablemente. Fue hace unos diez años. Me reprochaba, en plena ofensiva electoral españolista en el País Vasco, mi posición federalista y, a la vez, comprensiva con las aspiraciones de buena parte de la sociedad vasca. Me confesó su apoyo al candidato pepero, como también hacía el pesoe vasco que dirigía en esos años el hijo del viejo sindicalista. Mi amigo, el mismo que había presumido de ser más coherente y más rojo que nadie. El mismo que había dicho tantas cosas radicalmente distintas sobre ese país y que no quiero reproducir. El mismo que había mostrado tanta simpatía por la URSS durante los años de la enfermedad crónica que acabaron por llevarla a la muerte. Su ilusión sólo era ya su Real Madrid de fútbol, pletórico porque recién había ganado su octava copa de Europa e iba camino de la novena. Atrás quedaron muchos años de amistad, de conversaciones, de complicidades... 

Tenemos  más años y ya no tenemos barba, aunque eso es lo de menos.        

sábado, 11 de junio de 2011

Crisis, elecciones e izquierda en Portugal


Publicado en www.rebelion.org el 26 de junio de 2011.


Las elecciones legislativas portuguesas celebradas el domingo pasado han arrojado el triunfo del  PPD/PSD (38,6%), lo que unido a los resultados obtenidos por el CDS-PP (11,7%) supone una victoria clara de la derecha. EL PSP, el partido gobernante, ha sufrido un fuerte castigo, perdiendo un 8,5% de los votos y 23 representantes en la Asamblea. Parece que se repite la tendencia a castigar a los partidos gobernantes, visualizados por una buena parte del electorado como responsables de la crisis económica y que en el caso de Portugal tiene el agravante de la situación de rescate financiero propiciado por la UE y el FMI.

Los dos grupos propiamente de la izquierda han tenido resultados diferentes. La Candidatura Democrática Unitaria (CDU), formada por el PCP (comunista) y el PEV (ecologistas), se ha mantenido con el 7,94% de los votos en el mismo nivel de las elecciones de 2009, aumentando incluso su representación en la Asamblea, en la que suma 16 escaños. El Bloco de Esquerda (BE), por su parte, ha sufrido un fuerte varapalo, al bajar al 5,2% de los votos (9,85% en 2009) y perder la mitad de su representación en la Asamblea, que se ha quedado en 8 escaños.

La CDU sigue siendo una coalición con una importante presencia en los dos distritos de (Beja, 25,4% y 1 escaño) y Évora (22,1% y 1 escaño) y en Setúbal (19,65% y 4 escaños). Le siguen en importancia los distritos de Portalegre (12,8% y 1 escaño) y Lisboa (9,6% y 5 escaños), completando su representación en Santarem (9% y 1 escaño), Faro (8,6% y 1 escaño), Oporto (6,2% y 2 escaños) y Braga (4,9% y 1 escaño). Es decir, una presencia centrada sobre todo en la mitad sur del país, donde obtiene 13 de los escaños, gracias a su influencia en las áreas industriales y urbanas de Setúbal y Lisboa,  y en las latifundistas del Alentejo (Beja y Évora). La novedad se encuentra en el escaño obtenido en Faro, después de un largo periodo sin conseguirlo, que compensa  en cierta medida el que no haya obtenido representación en el distrito de Portalegre, pese al 12,8% de los votos. 

En el caso del BE el retroceso que ha sufrido le ha llevado a un nivel similar a 2005, cuando inició su andadura como coalición y obtuvo el 6,4% de los votos y 8 escaños. A diferencia de la CDU, el BE tiene unos apoyos electorales más homogéneos tanto en porcentajes, en ningún caso superiores al 10%, como territorialmente. La mitad de los escaños la ha conseguido en Lisboa (5,7% y 3 escaños) y Setúbal (7% y 1 escaño), otros tres lo ha hecho en los distritos norteños de Oporto (5% y 2 escaños) y Aveiro (5,1% y 1 escaño), y el octavo en Faro (8,2%), el más meridional del territorio peninsular. Ha perdido la representación en Braga, Coimbra y Leiria, en el norte, y Santarem, en el centro, a la vez que ha perdido cuatro escaños en las tres ciudades más pobladas (Lisboa, Oporto y Setúbal).

En las elecciones de 2009 estos dos grupos sumaban el 17,7% de los votos y 31 escaños, un nivel en cierta medida sorprendente y que en las actuales circunstancias de crisis pudo haber elevado las expectativas de un mayor apoyo popular. Pese a que la CDU ha seguido dando pruebas de una mayor estabilidad en sus apoyos  electorales (en conjunto, por territorios y en determinados sectores sociales), el retroceso del BE no ha permitido que se cumplieran.

Cabe preguntarse por qué estos dos grupos no han podido obtener una mayor representación a tenor del gran descontento social existente. Y más teniendo en cuenta que se han posicionado con claridad frente a la política neoliberal del gobierno del PSP, así como contra el plan de rescate solicitado por el gobierno a instancias de la UE y el FMI. Los dos grupos han presentado posiciones alternativas para evitar que la gestión de la crisis económica recaiga sobre los sectores sociales populares y no les ha faltado su apoyo y participación en la huelga general de noviembre de 2010.

Teniendo en cuenta el castigo sufrido por el BE, también cabe preguntarse dónde han ido a parar los aproximadamente 160.000 votos que ha perdido. Se han hecho algunas conjeturas acerca de la composición de su electorado, proveniente en mayor medida de la gente joven y de los sectores sociales intermedios urbanos, pero carente de la red social organizada (sindical, vecinal…) que está detrás de la CDU. Así mismo, el fuerte crecimiento que experimentó en 2009 se vio favorecido también por el descontento de una parte del electorado del PSP, que votó por una opción más radical, pero diferente de la representada por la CDU, dada su fuerte vinculación al PCP. El apoyo al candidato del PSP en las elecciones presidenciales de enero pudo haberle pasado factura. En todo caso los votos que ha perdido el BE pueden haberse repartido entre la abstención y los votos en blanco (que han subido un 2,5%), el PSP, la CDU u otras opciones de izquierda (que han sumado 1,6% de votos más que hace dos años).

Por de pronto se inicia un nuevo periodo político en Portugal con el PPD/PSD como ganador y el aderezo del más conservador CDS-PP, que suman mayoría parlamentaria. Diferente sólo por el nombre del partido que va a estar al frente en el ejecutivo y la presidencia de la república. Similar, en la medida que la orientación neoliberal apenas difiere de la llevada a cabo en años anteriores por el PSP. La adecuación a las condiciones impuestas por la UE y el FMI va a generar una indudable respuesta social. La está habiendo en otros países. El resultado está por llegar.   


Fuentes de información
Bloco de Esquerda, en http://www.bloco.org/. 
Dujisin, Mario (2011). "El Bloco de Esquerda en Portugal busca un nuevo rumbo", en Público, 9 de junio, http://www.publico.es/internacional/380935/el-bloco-de-esquerda-en-portugal-busca-un-nuevo-rumbo. 
Eleiçoes legislativas 2 junho 2011, en http://legislativas2011.mj.pt/index.html#none.
Montero Barrado, Jesús Mª (2009). "La izquierda en Portugal. Reflexiones tras las últimas elecciones", en Rebelión, 28 de octubre.
Montero Barrado, Jesús Mª (2009). "Terra da fraternidade (y 2)", en Entre el mar y la meseta, 16 de octubre.
Partido Comunista Portugues, en http://www.pcp.pt/.


Decir, hacer, ser...


He estado recordando la novela La conquista del aire, de Belén Lopegui, y su adaptación como película Las razones de mis amigos, a cargo de Gerardo Herrero como director y Ángeles González-Sinde como guionista. Conjugando el título de este comentario en otro tiempo verbal, las dos obras reflejan lo que decimos, lo que hacemos, lo que somos. Ésa es la secuencia de nuestra vida, de nuestras vidas. A lo largo de los años, dentro de los distintos ámbitos sociales donde desarrollamos nuestra existencia, individualmente y en relación a lo que nos rodea, decimos lo que somos, nos definimos y hasta lo aireamos. Nos adscribimos a un universo determinado, de mayor o menor dimensión, en el que nos resulta más cómodo vivir o que nos resulta más atractivo. Creencias, ideas políticas o gustos artísticos se explicitan, en mayor o menor grado, como una reafirmación de lo que creemos ser. Nos definimos así como creyentes de una religión o increyentes, de derechas o de izquierdas en lo político, e incluso adherentes de una o varias tendencias concretas como socialistas, liberales, ecologistas, comunistas, democristianos, feministas… Con frecuencia nos esforzamos para que sea visible, incluso pregonándolo en positivo, sobredimensionando las bondades de lo que somos y defendemos. Eso decimos y pensamos, pero podemos actuar de distintas maneras. Lo que hacemos muchas veces está en concordancia con lo que decimos y pensamos. Pero en otras tantas no hay relación, cumpliéndose así el conocido refrán “del dicho al hecho hay un trecho”. Coherencia e incoherencia. Esta situación es, si se quiere, la más humana. Es donde damos la medida, consciente o inconsciente, de nuestra propia existencia. Donde resolvemos en cada situación concreta el dilema entre nuestra propia consideración de lo que somos y lo que decidimos hacer para vivir. Puede ser un momento de dudas, aunque tampoco tenemos por qué sentirlas. Aquí es donde el ecosistema social empuja con todas sus fuerzas y nos obliga a tomar decisiones, importantes o no, pero que en su conjunto nos obligan a seguir definiéndonos a la par que seguir actuando. Hay quienes explícitamente evolucionan, pudiendo poner en concordancia lo nuevo que dicen ser con lo que hacen. Pero no faltan quienes siguen diciendo que no han cambiado, pese a que hacen algo distinto, si no opuesto, de lo que dicen. Es el momento en que el ecosistema social nos condiciona con tal virulencia, que acaba trastocando, si no todo, muchas cosas y a mucha gente. La contradicción entre autopercepción colectiva, y también individual, que tenemos de las cosas, de la vida o del mundo, concordante o no con lo que hacemos, es la ideología. Marx la definió como una falsa conciencia. Y lo es en la medida en que lo más frecuente es que exista un gran desfase entre las proclamas que manifestamos y las acciones que llevamos a cabo. El resultado de toda esta enorme contradicción en la que vivimos acaba siendo lo que realmente somos.  

jueves, 9 de junio de 2011

La muerte de Jorge Semprún, un superviviente de Buchenwald

Jorge Semprún fue un superviviente del campo de concentración nazi de Buchenwald, donde fue recluido como militante comunista. Luego ascendió a la dirección del PCE con la etiqueta de intelectual. Fue enviado periódicamente a España, desde donde coordinó un núcleo de militantes y simpatizantes del mundo intelectual (Javier Pradera, Juan Antonio Bardem, Eduardo Haro Tecglen, Ramón Tamames…), en muchos casos procedentes de familias vencedoras de la guerra. Participó en la decisión de que Julián Grimau fuera uno de los dirigentes procedentes de Francia que debían dirigir periódicamente el PCE en España, lo que acabaría con su detención y fusilamiento en 1963. Al año siguiente protagonizó con Fernando Claudín una posición política que, por atrevida, les costó su expulsión del partido ese mismo año. Inspirados en lo que se cocía en el PCI, habían concebido la posibilidad de que, derrocado Franco, pudiera surgir un régimen político liberal-democrático que chafara la revolución deseada. Logró reconstruir su vida como novelista (El largo viaje, La segunda muerte de Ramón Mercader…) y, sobre todo, guionista de películas para directores de renombre (Resnais, Costa-Gavras, Losey, Boisset…), algunas importantes dentro del género “político” (La guerra ha terminado, Z, La confesión, El atentado…). En 1977 llegó el momento de su gran venganza: consiguió el premio Planeta por la novela Autobiografía de Federico Sánchez, que fue su nombre en la clandestinidad cuando estuvo en España. Fue un golpe duro sobre Santiago Carrillo, quien, como secretario general del PCE desde 1960, acabó siendo su bestia negra. El premio no fue producto del azar. A Carrillo y el PCE le tenían ganas. Muchos exmilitantes buscaban la ocasión. Y José Manuel Lara, amigo por igual del dinero y de Franco, también.

“-Bueno, tú ya sabes que lo dices en ese libro es pura mentira. Pero es que además tu premio, si este señor tuviera valor, lo impugnaba.

Y señalaba [José] Jiménez de Parga a Ángel Palomino, finalista en esa edición del Planeta (…).

-Y te lo tendrían que quitar (…) porque has hecho el libro para que te dieran el premio, todo amañado. Porque, te voy a decir, en la página 54 tú hablas de la celebración de la primera Diada. ¡Y cuando se celebró la Diada ya estaba cerrado el plazo de entrega!” (Losa, 2005: 28).

En 1988 Semprún fue nombrado por Felipe González ministro de Cultura, un remedo de la tradición francesa de atraer al gobierno a una figura del mundo de la intelectualidad. Desde la derecha, en su obsesión españolista, se le achacó que sentía una mayor atracción por Francia. Estuvo tres años, donde acabó asqueándose de Alfonso Guerra (Federico Sánchez se despide de ustedes) y hasta le dio tiempo a despedir a varios trabajadores del Museo del Prado que firmaron un manifiesto contra la primera guerra del Golfo, allá por 1991. Después regresó de nuevo a Francia, donde siguió cultivando aquello que le dio vida y fama desde mediados de los sesenta. En cierta ocasión, en su intento por hacer cuentas de lo que había vivido, declaró que “si no hubiera estado en Buchenwald, no hubiera sido escritor y no hubiera sido español” (Villapadierna, 2003). Quién sabe.


Bibliografía de referencia

Losa, José Luis (2005). Caza de rojos. Un relato urbano de la clandestinidad comunista. Madrid, Espejo de Tinta.
Morán, Gregorio (1986). Miseria y grandeza del Partido Comunista de España. 1039-1985. Barcelona, Planeta.
Semprún, Jorge (1977). Autobiografía de Federico Sánchez. Barcelona, Planeta.
Villapadierna, Ramiro (2003). "Jorge Semprún: 'Es equivocado pensar que para oponerse a la guerra haya que romper con los EE.UU.'", entrevista en ABC, 23 de marzo, http://www.abc.es. 

 

sábado, 4 de junio de 2011

A vueltas con Franco y el franquismo

Ha surgido de nuevo la polémica en torno a Franco y el régimen franquista. Ahora, relacionada con la salida a la luz del Diccionario Biográfico Español de la Academia de la Historia. Estoy siguiendo la polémica, pero no me había atrevido hasta ahora a escribir algo, entre otras cosas porque no he podido acceder a su consulta directa. Aunque ganas no me han faltado, hoy he decidido recurrir a un artículo mío publicado en septiembre de 1998 en el número 29 de Debate Ciudadano de Barbate con el título "A vueltas con Franco y el franquismo". El motivo de entonces tuvo su origen en la polémica surgida en Italia ese mismo año con la publicación de un libro, prologado por el senador Sergio Romano, donde aparecían los recuerdos de dos ex combatientes italianos de la Guerra Civil española que lucharon en bando opuestos. Lo que Romano planteaba (al margen de su consideración de que hubo dos guerras en el bando republicano: una, antifascista, hasta 1937, y la otra, anticomunista) era de hecho una revisión de las interpretaciones históricas acerca del carácter antidemocrático de los sublevados de 1936 y del régimen implantado tras la guerra, llegando a minimizar dicho régimen. La polémica tuvo su vertiente en nuestro país, donde llegó a publicarse en 1999 el libro La Guerra Civil: ¿dos o tres Españas? (Barcelona, Áltera), que conservaba el título original, aunque con el añadido de un artículo de Paul Preston. Desde entonces hasta ahora han pasado 13 años y sabemos cada vez sobre lo ocurrido, en especial del carácter represivo que tuvo. He aquí, pues, el artículo.


Franco murió hace casi 23 años, pero su figura y su régimen son motivo en estos meses de un debate en Italia. Niegan algunos en este país (los Romano, Montanelli...) que Franco y su régimen fueran fascistas, a la vez que los presentan como la primera muestra de contención del comunismo y minimizan los costes humanos habidos. Tesis, desde luego, nada original, pues fue la preferida por los sublevados contra la IIª República al poco de empezar la guerra civil, y perfeccionada y oficializada sobre todo desde 1945, cuando el propio Franco y sus más fieles, temerosos ante la victoria de los aliados en la guerra mundial, se aprestaron a lavar la cara del régimen, eliminando los saludos fascistas que hasta los obispos habían hecho uso, dejando a los falangistas en un lugar menos visible o aprobando un Fuero de los Españoles a modo de pseudoconstitución. A todas estas opiniones, ideas o argumentaciones se podría contestar en una doble dirección. Una, relacionada con lo que sabemos desde la investigación histórica, que no es poco. Sabemos que los distintos sectores del régimen, de su reparto de tareas (militares, en la represión y seguridad; falangistas, en los sindicatos; carlistas, en la justicia; católicos, en la educación...) y de su evolución en relación a las circunstancias históricas (mayor presencia falangista hasta 1945, nacional-catolicismo siguiente y protagonismo de los tecnócratas del Opus desde 1959). Sabemos de la habilidad de Franco para neutralizar las familias entre sí y utilizarlas según el momento con el fin de prolongar su poder y su régimen, pero también sabemos de las dificultades por las que pasó en los primeros años con los militares sobrevivientes de mayor graduación (Kindelán, Orgaz, Varela, etc., que le eligieron generalísimo en 1936, pero no dictador perpetuo) y sobre todo cuando al acabar la guerra mundial sufrió un aislamiento internacional que fue superado en 1951 cuando los EEUU vieron en el régimen un aliado barato frente a la URSS (recuérdense, si no, las cuatro bases militares que se instalaron en nuestro suelo, incluidas las de suelo andaluz de Rota y Morón). Sabemos del papel que jugaron los monárquicos alfonsinos, engañados unos  pocos por una restauración que no llegaba, pero oportunistas en su mayoría, que no dudaron en obtener puestos y prebendas mientras con la boca chica o en vacaciones se acordaban de un don Juan instalado en Estoril y se encargaban de educar como príncipe y sucesor de Franco a su hijo Juan Carlos. Sabemos de la responsabilidad de la iglesia católica, parte del mismo régimen, al que legitimó desde el principio de la guerra, y del que al menos en sus postrimerías empezó a desprenderse. Sabemos, en fin, quiénes fueron los grandes beneficiarios, quienes, partiendo de la recuperación de la hegemonía social y económica por parte de la vieja oligarquía de terratenientes, banqueros y grandes industriales (amenazada durante los años de la República), fueron incrementándose con los años mediante las aportaciones de las nuevas capas de ricos (falangistas, estraperlistas, opusdeístas), provechosos de la sempiterna corrupción, y que culminaron en los años del desarrollismo de los 60. ¿Y quiénes fueron los perdedores? Entramos así en el segundo de los dos caminos apuntados en esta explicación. Descafeinar al dictador y su régimen resulta insultante para quienes los sufrieron. Recuerda a quienes minimizan, e incluso llegan a negar, el holocausto cometido por los nazis. ¿Qué pueden decir las personas fusiladas, encarceladas, torturadas, depuradas, exiliadas o humilladas después de acabada la guerra en 1939 por el delito de ser rojas o familiares? ¿Qué pueden decir las personas que desde el principio arriesgaron su vida para ayudar a compañeros o familiares, o combatir al régimen? ¿Qué pueden decir quienes no habiendo vivido la guerra se fueron sumando a la lucha por restablecer las libertades y la democracia desde su puesto de trabajo o lugar de estudio? ¿Qué dirían las personas muertas que se llevaron a la tumba el horror y el sufrimiento? Sabemos bastante de la política de represión y de venganza desarrollada durante los primeros años, pero falta saber más. Falta mucho por saber de la represión de los años intermedios y últimos del régimen, represión que, aunque no era la terrorífica de la postguerra, siguió existiendo durante la agonía de Franco en el otoño de 1975. Y es que hay opiniones que, por falsas, duelen mucho.

(Septiembre de 1998).


jueves, 2 de junio de 2011

Apuntes postelectorales (4)

Bildu ha obtenido en las elecciones municipales en el País Vasco 276.134 votos (29,5%), que, junto a los 37.017 (11,6%) en Navarra, suman un total de 313.231(22%). La suma de estos resultados la sitúan como la segunda fuerza política de las dos comunidades, si bien en cuanto a concejalías se ha erigido en la primera con un total de 1137. También lo es en cuanto al número de victorias por municipio, sumando 113, de las cuales 88 son por mayoría absoluta.

En el País Vasco es la segunda fuerza en votos (25,5%) y en representantes en las Juntas Generales (45). Es la primera fuerza en cuanto al número de concejalías (953), mayorías municipales (96) y mayorías absolutas  (74).
  
Por provincias, en Guipúzcoa/Gipuzkoa han cosechado los mejores resultados: primera fuerza en votos (34,6%), representantes en las Juntas Generales (22), mayorías municipales (56) y mayorías absolutas (43). Así mismo es la primera fuerza en once de las quince ciudades  más pobladas: la capital, San Sebastián/Donosti, junto a Andoain, Azpeitia, Beasain, Bergara, Errenteria, Hernani, Mondragón/Arrasate, Pasaia, Tolosa y Zarautz. En Vizcaya/Bizcaia se ha situado en segundo lugar en cuanto a votos (21,4%), representantes en las Juntas Generales (12), mayorías municipales (28) y mayorías absolutas (14). Es la primera fuerza en dos de las quince principales ciudades: Gernika y Bermeo. En Álava/Araba es la tercera fuerza en votos (20,7%) y representantes en las Juntas Generales (11), y la segunda en mayorías municipales (12) y absolutas (7). Entre las diez ciudades más pobladas es la primera fuerza en cuatro: Llodio/Laudio, Salvatierra/Agurain, Ayala/Aiara y Zuia.        

En Navarra los resultados que  ha tenido han sido más discretos (11,6%). Es la tercera fuerza en votos y número de mayorías municipales (17), si bien es la segunda fuerza en cuanto a mayorías absolutas (14). Entre las doce ciudades más pobladas ha sido la fuerza más votada en Villaba/Altsasu y Alsasua/Atarrabia. En cuanto a las elecciones al parlamento foral ha quedado en cuarto lugar en votos (13,3%) y representantes (7). 

En definitiva, Bildu ha pasado en pocas semanas de verse impedida a presentarse, tras la sentencia del Tribunal Supremo, a poder hacerlo, después que el Tribunal Constitucional le dio luz verde. Los resultados del 22 de mayo, más que sorprendentes, han sido un aguijonazo sobre quienes hicieron todo lo posible por tenerla apartada, como ya se hizo en elecciones anteriores.
  

miércoles, 1 de junio de 2011

Apuntes postelectorales (3)

Los resultados de las últimas elecciones han certificado, como hemos visto, la victoria de los grupos de derecha, mientras el PSOE ha sido fuertemente derrotado con una pérdida aproximada de un millón y medio de votos sobre los obtenidos en 2007. En conjunto en los grupos de izquierda ha habido un descenso global aproximado de 850.000 votos. Además del caso más llamativo del PSOE, habría que añadir los de ERC (-65.000), BNG (-50.000), IC-EUiA  (-16.000), NaBai (-16.000) y CHA (-5.000). De signo positivo han sido los resultados de IU, que ha sumado 200.000 votos; Bildu, cuyos 313.000 votos suponen los mejores resultados de la izquierda vasca;  el Bloc-Compromis valenciano, con 194.000; o la CUP, en Cataluña, con 62.000.

La interpretación de todo esto resulta compleja y, además, no puede hacerse con las mismas claves en todos los casos. Cada ámbito tiene una especificidad propia, lo que obliga a una mayor cautela. Lo que sí resulta evidente es que el PSOE ha sido castigado por buena parte de su electorado como consecuencia de la gestión que está haciendo de la crisis económica. En todas la comunidades ha perdido votos, siendo las mayores las de Andalucía (-243.000), Madrid (-237.000), Cataluña (-202.000) o Castilla y León (-110.000). Una situación similar se ha dado en las elecciones autonómicas, perdiendo el gobierno de comunidades como las emblemáticas Castilla-La Mancha y Asturias, además de Aragón o Baleares (en coalición), a la espera de lo que ocurra en Extremadura, pendiente de la decisión de IU.    

No sabemos la cuantía del destino de los votos perdidos, aunque el PP, UPyD, IU, las papeletas en blanco o la mera abstención pueden ser, por distintos motivos, sus destinos principales. Resulta preocupante el ascenso en Cataluña a costa del PSC de la xenófoba PxC o de candidatos del PP que han hecho del discurso antiinmigrante uno de sus ejes electorales.

IU ha mejorado en las dos elecciones. Lo ha hecho en votos y en representación: concejalías y alcaldías, y actas parlamentarias. En las municipales destaca lo obtenido en Asturias (13,4%), Andalucía (12%) y Madrid (10,8%). En las autonómicas, en Asturias (10,3%) y Madrid (9,6%). Pero es una mejora con claroscuros. Ha regresado a los parlamentos de Extremadura y Castilla y León, aunque sigue ausente en Cantabria, Castilla-La Mancha, La Rioja y Canarias. Ha sufrido un importante varapalo en Córdoba, su ciudad emblemática. Teniendo en cuenta el descontento social derivado de la crisis y el surgimiento del movimiento “¡Democracia real, ya!”, los resultados deben ser valorados con cautela.