viernes, 6 de julio de 2012

Tato Cort, Picasso y Matisse


Matisse le dijo a François Gilot que le haría un retrato con azul claro para la piel y verde oscuro para el pelo. Picasso, que estaba presente, cuando llegó a su estudio le hizo uno con esos colores, transformando la cara de François en flor, las manos en hojas, el talle y los brazos en ramas. Este cuadro dedica el cuatro a Picasso y el color a Matisse.

Con esta leyenda Tato Cort explica el motivo de una obra suya dedicada a los dos genios de la pintura y que ha plasmado en un retrato de Pablo Picasso. Ha sido expuesta por primera vez a principios de junio en Arroyo de la Miel y lo será en agosto en Barbate. Un retrato de grandes dimensiones, de unos dos metros de altura, hecho sobre tela. Como tantas otras obras suyas, da fe de su maestría como pintor.

Tato Cort lo es eminentemente figurativo, donde alcanza cotas de una gran calidad. Muy brevemente me voy a referir a dos muestras. La primera, cómo ha reflejado el mundo de la mar, en general, y el de la almadraba, en particular, de Barbate. El agua y los barcos, como marco, y los enseres y, ante todo, los atunes y los marineros, como sus habitantes, aparecen representados con inconfundibles trazos de color y ráfagas de luz. La segunda, cómo cultiva el género del retrato. Aparte del que realiza, con éxito, por encargo, también ha prestado atención a personajes de relevancia universal o de su propio universo, donde se expande en las dimensiones de sus obras y, ante todo, en el sentimiento. Suyo es el retrato de Rafael Alberti que hizo en 2005, plasmado sobre una tabla, para dar imagen a la entusiasta actividad didáctica que nuestra amiga Montse desarrolló en el instituto Trafalgar. También el que dedicó al querido Luis Valverde Luna y que fue el fondo del escenario de su homenaje el pasado 28 de enero. Los dos están ahora en el salón de actos del centro donde trabajó –y coincidimos- durante tantos años. Suyo también fue un retrato que hizo de Julio Anguita, allá por 1995, en la sede de IU de Barbate. Lástima que no se sepa de su destino, al quedarse impregnado sobre el yeso de una de las paredes.

Quizás me he salido del tema que nos ocupa, que es el motivo de la obra que Tato Cort ha dedicado a Picasso, por lo que voy a proseguir. Según ha contado en una entrevista la propia Françoise Gilot -compañera del pintor entre 1946 y 1954, además de madre de Claude y Paloma- el origen del cuadro Femme-fleur, que ha inspirado el retrato de Tato Cort, se encuentra en un visita que la recién pareja hizo a Matisse, gran amigo del malagueño, quienes eran los dos artistas más reconocidos en esos años: “Le gusté a Matisse, quien anunció: ‘voy a hacer un retrato de Françoise, su cuerpo será azul pálido y su cabello verde hoja’. Cuando nos fuimos, Picasso estaba indignado. Sólo había hecho dibujos de mí y dijo que él me pintaría primero. Mi retrato se convirtió en la mujer-flor, con rostro azul pálido y cabello semejante a una hoja” ("La mujer que dejó a Picasso", 2011).

La obra de Tato supone una fusión, en forma de homenaje, de su concepción de la pintura con lo que Picasso -reflejado en la imagen concreta y en el color "azul pálido" que la inunda- y Matisse -en el espíritu y en el "verde hoja" del sombreado- le han inspirado en su saber hacer. Bonita mezcla.