viernes, 17 de agosto de 2012

Ecuador, en el caso Assange

El caso Julian Assange está al rojo vivo. El gobierno de Ecuador ha concedido el asilo diplomático al periodista australiano, a la vez que el Reino Unido ha denegado que pueda salir del país. Refugiado desde hace unos meses en la embajada del país suramericano, se encuentra envuelto en una batalla judicial iniciada en Suecia y con el Reino Unido como escenario intermedio. Acusado de violación y abuso sexual, fue requerido por la justicia sueca para ser extraditado. Detenido, primero, y retenido en su domicilio, después, intentó defenderse de lo que consideraba un complot contra su persona, por ser la  cabeza visible del asunto WikiLeaks. Hace tres años puso al descubierto información secreta sobre los tejemanejes de los aparatos estatales de EEUU, principalmente, sus aliados y otros países, lo que motivó que desde el imperio se pidiera su cabeza por ataque contra su seguridad. Fue pillado, sin embargo, por un asunto que, de apariencia rocambolesca, tiene todas las trazas de haber sido un montaje para cazarlo. Dos ligues en el verano de 2010 en Suecia con sendas mujeres acabaron con denuncias por violación y abuso sexual. Una de las denunciantes, una tal Anna Ardin, está más que relacionada con el espionaje estadounidense y es, además, una conocida activista anticubana (o anticastrista, es lo mismo). No me invento nada, hace dos años fue publicado hasta en medios de comunicación conservadores y hoy mismo lo he podido corroborar en otro nada sospechoso (lavozlibre.com). El gobierno ecuatoriano, haciendo uso de su soberanía, defiende su iniciativa. El gobierno británico, el principal aliado de EEUU, ha amenazado al del país suramericano. Al presidente Rafael Correa también le tienen ganas. El grupo de países que conforman la ALBA ha dado el apoyo a Ecuador, del que forma parte. La OEA tomará una decisión esta tarde y la recién creada UNASUR se reunirá este fin de semana. Como tantas veces, un nuevo pulso contra los poderosos. Se requiere, pues, solidaridad en favor de quienes no quieren arrodillarse.