miércoles, 27 de febrero de 2013

Lo siento, Italia

Han acabado las elecciones. Los resultados, más que sorprendentes, porque ya se atisbaban, muestran una situación muy difícil. Y no hablo de gobernabilidad. ¡Quién iba a decir que el país del mundo occidental que generó mayor preocupación a EEUU en los años 70 haya acabado así! 



Ya hace 20 años sorprendió la aparición del fenómeno Berlusconi -con su Fuerza Italia-, flanqueado por la Liga Norte de Umberto Bossi y la Alianza Nacional de Gianfranco Finni -heredero del fascista MSI-. A lo largo de dos décadas, como Pueblo de la Libertad, se han alternado con el centroizquierda en los gobiernos, manteniendo niveles de votos muy elevados, pese a la figura de su líder, donde la corrupción, la manipulación mediática o los escándalos de todo tipo han sido el pan de cada día. Del otro lado, un centroizquierda, hoy llamado Partido Democrático y liderado por Pier Luigi Bersani, formado desde los grupos que conformaron a finales de siglo la coalición El Olivo, donde convivían antiguos comunistas, socialistas y restos de la democracia cristiana. Todos ellos en torno al antiguo Partido Comunista Italiano (PCI, el célebre "pichí"), que en 1991 se hizo el harakiri cuando se transformó en Partido Democrático de la Izquierda, dejando atrás su más que digna trayectoria. Por su izquierda, en forma de Refundación Comunista, hubo un intento por hacer perdurar lo que representó la tradición comunista. Al final, dividido y desorientado, apenas quedan restos a la deriva. Y para colmo,  ahora ha salido un nuevo fenómeno llamado Movimiento 5 Estrellas y de nuevo con un líder -que dicen- carismático, un tal Beppe Grillo, que es además cómico. 


Toda una ceremonia de la confusión. Un partido que se hace pasar como progresista que lleva años codeándose con las políticas neoliberales. Populistas corruptos y sin escrúpulos que han estado a punto de ganar. Un cómico, también populista, que se ha presentado como alternativo, cuando en realidad lo es alternante en las medidas de uno y otro signo que defiende. Un tecnócrata que llegó hace dos años para aplicar los ajustes y que se ha visto apoyado por antiguos democristianos. ¿Y la izquierda? Inexistente. En fin, un país que respira pena. Lo siento, Italia.