jueves, 7 de agosto de 2014

La II Internacional ante la Gran Guerra

Los primeros pasos

El Congreso de París de 1889, primer centenario de la revolución francesa, abrió el camino para formación de la II Internacional. Atrás había quedado la división habida durante los años anteriores en el seno de la AIT, ante la imposibilidad de convivencia con el movimiento anarquista. Los grupos obreros que defendían la lucha política fueron formando a finales del siglo XIX partidos denominados socialistas o socialdemócratas, en su mayoría inspirados en los planteamientos de Marx y Engels.

Años más tarde, en el congreso de 1900, la nueva Internacional aprobó una estructura organizativa que permitía la autonomía de sus miembros y sucesivamente fueron creando otras organizaciones filiales de mujeres, sindicatos, la juventud, etc. Esos grupos fueron adquiriendo una creciente presencia en Europa, menor en América, incluyendo el ámbito parlamentario, donde sobresalió el partido socialdemócrata alemán, que se convirtió en el principal referente. Fomentó acciones internacionales con gran incidencia entre la población, cobrando especial importancia la reivindicación de la jornada laboral de 8 horas, que fue el motivo por el que se popularizó cada 1 de mayo el día del trabajo.

El debate sobre la guerra

Ya en el siglo en los congresos internacionales se desarrollaron intensos debates sobre dos temas: la participación en gobiernos con partidos burgueses y la guerra. Del primero surgió la disputa entre partidarios, a los que se llamó reformistas, y sus oponentes, que tendieron a considerarse revolucionarios. El debate sobre la guerra inicialmente fue resuelto en el congreso de Stuttgart de 1907 con una declaración contra el imperialismo, en defensa de la paz y apelando al internacionalismo proletario. Pero la realidad fue que ese problema en vísperas de la guerra de 1914-1918 acabó por dividir gravemente a la Internacional y como consecuencia, al movimiento obrero.

En los momentos previos a la Gran Guerra triunfaron quienes decidieron apoyar a sus gobiernos respectivos en las votaciones de los presupuestos de guerra, lo que se dio sobre todo en dos de los países clave: Alemania y Francia. La idea internacionalista de la paz fue derrotada frente a la nacionalista y la II Internacional quedó, así, herida de muerte. Además del nacionalismo belicista se encontraban quienes defendían a toda costa la paz y quienes, opuestos a la guerra, la consideraban en ese momento inexorable, abogando por desarrollar procesos revolucionarios. Tres corrientes que, en cierta medida, pero no en todo, guardaban relación con otras tres corrientes políticas dentro del movimiento socialista.

Las corrientes de la II Internacional

Una primera corriente, de derecha, se oponía a la revolución y defendía las conquistas coloniales por considerar que abrían importantes posibilidades a la clase obrera, ya que desde la fortaleza de sus organizaciones podía influir en que los beneficios no recayeran en exclusiva en la burguesía. Eso fue el origen por lo que después, en el seno del movimiento comunista, se acabó calificando a la socialdemocracia como social-imperialista. Esta corriente tuvo mayor incidencia en Alemania, donde destacaron Bernstein, David o Noske, pero también estaba presente en otros países, como en Italia con  Labriola. Los miembros de esta corriente fueron el principal soporte para que sus partidos apoyaran a los respectivos gobiernos nacionales.  

La segunda corriente era la del centro y representaba mejor que las otras la tradición del movimiento socialista, lo que explica que fuera la más numerosa. Sus integrantes tenían en común su carácter moderado en lo político, aunque en muchos casos se denominasen revolucionarios. No negaban, por tanto, la revolución, pero la consideraban como producto de una evolución lenta, en la medida que la hegemonía de la clase obrera y sus organizaciones se fuera consolidando. Entre las figuras más conocidas se encontraban Kautsky y Bebel, en Alemania; Guesde, Vaillant y Jaurés, en Francia; Bauer y Hilferding, en Austria; Martov, en Rusia; Vandervelde, en Bélgica; Plejanov y Martov, en Rusia; o Hardie y MacDonald, en Gran Bretaña.

Pese a que sus miembros se habían posicionado contra la guerra en 1907, cuando en 1914 se hizo realidad surgieron comportamientos diferentes. Fue en esta corriente de donde se nutrió el movimiento contrario a la guerra y a favor de la paz. Al principio las direcciones de los partidos hicieron llamamientos en ese sentido y en diversas ciudades europeas, sobre todo de Alemania, hubo manifestaciones en los días finales de julio. Pero en poco tiempo el panorama cambió, triunfando las posiciones chovinistas y dando lugar a profundas divisiones. Fue en Francia donde la fractura se hizo más patente, con Guesde apoyando los presupuestos de guerra y entrando en el gobierno de la “unión sagrada”, mientras Vaillant y Jaurés se oponían. En Alemania Karl Liebknecht acabó posicionándose junto al ala revolucionaria. En Rusia, Plejanov, exiliado, se mostró favorable a la guerra, mientras que el menchevique Martov, como la mayoría de su grupo, se opuso. El belga Vandervelde se integró desde el primer momento en el gobierno de unidad nacional...      

La corriente revolucionaria era contraria a la guerra por considerarla imperialista, pero la veían como inevitable, por lo que sus líderes propusieron que en cada país se transformara en una guerra revolucionaria. Tenía como principales figuras a Lenin en Rusia y Luxemburgo en Alemania. El primero fue el que desde la fracción bolchevique del POSDR la auspició con más audacia, lo que acabó siendo realidad en 1917. La segunda hubo de esperar al fin de la guerra para que en Alemania se iniciase un proceso revolucionario que acabó fracasando.

Jean Jaurés

Estos días está cobrando importancia la figura de Jaurés, el personaje que representa mejor la oposición a la guerra desde un posicionamiento claramente pacifista y cuyo final dramático sigue siendo un referente moral en la medida que fue víctima de un atentado mortal a manos de un nacionalista francés. Como socialista moderado era partidario de cambios graduales y sin convulsiones. Pero se mantuvo enérgico en la defensa de la paz contra la guerra. Fue rotundo en la asociación del capitalismo a la barbarie y la contraposición del socialismo como expresión de la civilización.

Ya en 1905 atisbó lo que podría ocurrir, como se desprende de estas palabras: “De una guerra europea puede surgir una revolución y las clases dirigentes harían bien en pensar en ello; puede surgir también un largo período de crisis, de contrarrevoluciones, de furiosa reacción, de nacionalismos exasperados, de dictaduras agobiantes, de militarismos monstruosos; una larga cadena de violencias retrógradas”.

En la actualidad hay incluso quienes han puesto a Jaurés en la estela de otros socialistas posteriores, como el chileno Salvador Allende, quien curiosamente también acabó muriendo en el fragor de la defensa de su proyecto político frente al golpe militar.

Hace unos años el cantante Jacques Brel le dedicó una canción, cuyo título era toda una declaración: ¿Por qué mataron a Jaurés? Escucharla nos puede ayudar a reflexionar sobre lo ocurrido y sus responsables.


Bibliografía de referencia

DROZ, Jacques (dir.) (1985). Historia general del socialismo. De 1975 a 1914, v. 2. Destino, Barcelona.
ELEY, Geoff (2003). Un mundo que ganar. Historia de la izquierda en Europa, 1850-2000. Crítica, Barcelona.
HOCHSCHILD, Adam  (2014). “1914: Cien años después, es hora de honrar a los pacifistas”, en Sin Permiso, 3 de agosto, http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7159
KRIEGEL, Annie (1977). Las Internacionales Obreras. Martínez Roca, Barcelona.
LICHTHEIM, George (1994). Breve historia del socialismo, v. 2. Del Prado, Madrid.
REBELIOUX, Madeleine (1980). “Crisis política de la II Internacional ante la I Guerra Mundial”, en  Sesenta años en la historia del Partido Comunista de España, v. 2. Fundación de Investigaciones Marxistas, Madrid.
SASSOON, Donald (2001). Cien años de socialismo. Edhasa, Barcelona.
SCOT, Jean Paul (2014). “Rehabilitar a la humanidad contra el capitalismo: Jaurès quería cambiar la sociedad, no gestionarla”, en Sin Permiso, 3 de agosto, http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7166.
VADILLO, Julián (2014). “Jaurés o la coherencia socialista”, en Diagonal, 31 de julio, https://www.diagonalperiodico.net/saberes/23624-jaures-o-la-coherencia-socialista.html.