jueves, 8 de enero de 2015

Fascismos que se alimentan mutuamente

El atentado de ayer en París contra la revista Charlie Hebdo tiene un carácter fascista. Responde a una forma concebir el mundo basada en la violencia, la intolerancia, la negación de derechos y el clasismo social. El fascismo islamista y el fascismo occidental sólo difieren en los objetos circunstanciales sobre los que actúan y que utilizan de chivos expiatorios. Ayer la muerte se cebó sobre periodistas de una revista que hace de la sátira política su fundamento. Desde la otra parte se alimenta el odio y se insta a actuar contra quienes se consideran diferentes e inferiores. Los fascistas islamistas de ayer actuaron en nombre de Alá y desde los fascistas occidentales se pide hacer lo propio en nombre de cualquier entelequia. El fascismo islamista se siente agredido por la acción violenta de las potencias imperialistas. Expresa una frustración, la misma que, por ejemplo, se sintió en Alemania tras la Gran Guerra y que el nazismo manipuló hasta hacerse con ella. Ayer como hoy hay quienes han financiado y utilizado el fascismo, que actúa impune contra sus enemigos, atrayendo a sectores de la población, para acabar vampirizando los movimientos populares que demandan derechos e igualdad social una vez que han sido desarticulados y derrotados. Si no queremos entrar en esa dinámica perversa, hay que reactivar la movilización de la gente para seguir defendiendo lo que nos dignifica. Y desde luego que no lo hace ni la violencia, ni la intolerancia, ni la negación de derechos, ni la desigualdad social.