jueves, 16 de abril de 2015

Rodrigo Rato, más aún en la picota

Ha sido imputado otra vez. Esta vez la fiscalía le acusa de fraude fiscal, blanqueo de dinero y alzamiento de bienes. Se unen a las imputaciones por el caso Bankia y el de las tarjetas blacks. Su casa está siendo objeto de registro por personal de la Agencia Tributaria. Ya ayer estaban soltando lastre en las altas esferas de su partido. El que fuera ministro de Economía con José Mª Aznar lo tiene por ahora difícil. Fue todopoderoso en el área que controló durante ocho años, expandiendo el modelo neoliberal que los gobiernos anteriores de Felipe González había iniciado. Llevó las privatizaciones de empresas públicas al extremo, liberalizó el suelo sin complejos, aplicó unas medidas fiscales más favorables para las grandes fortunas y desarrolló un sistema de contrataciones orientado a la precarización. Estuvo a punto de ser el sucesor de Aznar, pero al final acabó siéndolo Mariano Rajoy. Él mismo se había postulado públicamente con anterioridad, aunque Aznar ha escrito que lo rechazó en dos ocasiones. Después de lo visto, a lo mejor ya por aquel entonces, el año 2003, se sabía que lo suyo olía a podrido. Rato pertenece a una familia rancia en el mundo de los negocios, que durante la Restauración llegó a tener en uno de sus antepasados a un ministro y alcalde de la capital del reino. Su padre rearmó el imperio familiar durante el régimen franquista, para lo que no faltaron sus estupendas relaciones con la Alemania nazi. El propio padre y un hijo, hermano de Rodrigo, llegaron a ser condenados por delitos fiscales durante el franquismo. Eso sí, con posteriores indultos. Con todo este currículo familiar y el que ha aportado el susodicho nada resulta extraño. No sé si acabará siendo un nuevo chivo expiatorio. De lo que no cabe duda es que la plantilla que tiene el PP es de lujo.      

Post scriptum

Pues bien, al final ha sido detenido...

...Y tras siete horas, puesto en libertad.