domingo, 27 de marzo de 2016

Formas, discurso y apariencias en la visita de Obama a Cuba

He seguido el viaje de Obama a Cuba por diversos medios de comunicación. De todo tipo, en cuanto a su soporte y a su orientación político-ideológica. Españoles, europeos y latinoamericanos. Y más detenidamente, cubanos, en los que suelo seguir por la red Cuba Información y la revista Cuba Debate

Formas... 

De Cuba Información me ha gustado el análisis que hace el ensayista y periodista cubano Enrique Ubieta en "Lo que dice y no dice Obama" (puede verse en vídeo y también leer, con algunas modificaciones, en el artículo adjunto en la misma página), del que más adelante me extenderé. Al principio se refiere a un hecho importante que ayuda mucho a entender algo que es reconocido casi unánimemente: "Obama es un buen comunicador". Y a continuación añade una de las claves: "Significa que sabe colocar las palabras, los gestos, la mirada. Parece como si improvisara, pero tiene frente a sí un 'teleprompter' que el público no percibe".

En efecto, los 'teleprompters' a los que se refiere Iroel Sánchez en otro artículo, "¿Obama en el Gran Teatro o el gran teatro de Obama en La Habana?", reproducido en Cuba Debate, pero originario de Juventud Rebelde. Así se explica cuando se refiere al acto citado: "nada fue dejado a la casualidad y, para más precisión, los teleprompters traídos desde Washington (...) lo escoltaban a cada lado del escenario con un discurso cuidadosamente escrito". 

Pero hay más cosas, porque Sánchez se refiere a una parte del numeroso séquito que acompañó al presidente de EEUU en su viaje y, dentro de ella, a dos personajes cuasi ocultos, pero nada desdeñables en su papel: "eran perfectamente reconocibles un par de personas —situadas dentro del grupo de 40 congresistas que viajaron desde EE.UU. para la ocasión— en cada momento en que la palabra del orador debía ser respondida con palmas". Un recurso nada novedoso, pues es muy utilizado, por ejemplo, en buena parte de los programas televisivos en los que público parece que participa mediante sus aplausos y otras formas de expresiones. Puro montaje, claro está, pero componente básico del mundo en el que vivimos.

Pero no se queda ahí la cosa, pues el mismo periodista cubano saca a la luz un hecho que, no por anecdótico, revela el grado de soberbia con que gusta actuar al imperio. Así lo cuenta: "Unos segundos antes de comenzar [el acto], un apresurado utilero colocó delante del podio el escudo del águila calva, como si fuera necesario un signo de prevalencia entre las banderas cubanas y estadounidenses doblemente situadas al fondo del escenario y frente a los espectadores". Me pregunto si se hubiera permitido tal cosa en EEUU u cualquier otro país del mundo occidental. No lo sé, pero lo ocurrido me resulta, cuando menos, entre curioso y sorprendente.

Discurso...

Ubieta nos ofrece en "Lo que dice y no dice Obama" una perspectiva de análisis del discurso interesante. Hace uso para ello de la semiótica, mediante la cual desentraña el contenido de los mensajes lanzados por el presidente de los EEUU durante su estancia en la isla caribeña y especialmente en el discurso que pronunció en el Gran Teatro de La Habana. 

Ya el título nos orienta acerca de las contradicciones que hay entre lo intencionadamente explícito de los mensajes de Obama y lo que, también intencionadamente, se buscó ocultar por quienes redactaron el discurso. Nada nuevo bajo el sol, pero importante para entender mejor las cosas y más todavía después de lo que hemos podido ver, escuchar y leer en la mayoría de los medios de comunicación españoles. 

Nos dice Ubieta que la "lógica discursiva [de Obama] va de­jando espacios de aire que eluden, minimizan o manipulan los hechos". Más adelante de refiere a la metáfora de los pliegues para dar a entender ese juego sutil en el que Obama fue pronunciando palabras y frases reconocibles y cargadas de un fuerte valor simbólico (amistad, derechos humanos, democracia, soberanía, independencia, diferencias históricas, camino correcto...), pero inconcretas, faltas de matización u ocultando su verdadero sentido.          

Pongamos algunos ejemplos: ofrecer amistad, pero eludir el embargo económico y su persistencia; reconocer la existencia de diferencias históricas, pero sin decir cuáles; respetar la soberanía e independencia, pero no mencionar la base de Guantánamo; apostar por el cambio desde el "camino correcto", pero sin concretar cuáles son los criterios...  

Apariencias...

Las palabras finales de Ubieta son también de sumo interés. Es claro cuando dice que Obama "está acostumbrado a vender imagen". Lo contrapone al modelo de líderes revolucionarios, que actúan desde la acción vendiendo obras y trabajando por su pueblo, y "no por su imagen pública". También es claro cuando dice que en el sistema de donde proviene Obama "lo importante no es lo que el político hace, sino lo que parece".  

Reconoce Ubieta la gran importancia de lo ocurrido durante la visita a Cuba, porque ha permitido ver in situ, y constatar por ello, la forma de actuar en el mundo de la imagen desde la cúspide de las instituciones políticas de EEUU. Se ha podido "ver en vivo toda maquinaria de construcción de símbolos, de imágenes, de valores". Ver, en fin, "una industria [utilizada] para reproducir valores que terminan en ese tipo de actividad en el fondo seleccionada".