sábado, 12 de marzo de 2016

La vergüenza de la UE sobre las personas refugiadas

La última cumbre de jefes y jefas de estado y de gobierno de la UE, celebrada recientemente en Bruselas, ha tomado una decisión de gran trascendencia contra las personas refugiadas. Una decisión vergonzante que supone un atentado muy grave contra los derechos humanos. Se ha decidido la expulsión hacia Turquía, sin que pueda solicitarse asilo, a todas las personas llegadas a las costas de Grecia desde los países en conflicto, siendo excepción quienes provengan de Siria.

Lo que se conoce como “devoluciones en caliente” acaba de ser legalizado en la UE, rompiendo con lo establecido por la Convención de Ginebra de 1951 en el Estatuto de Refugiados y en Nueva de York en 1967 con el Protocolo sobre el Estatuto de Refugiados. Vulnerando la propia normativa de la UE y, más concretamente, su Carta de Derechos Fundamentales, aprobada en el año 2000. En todos los casos los tratados internacionales prohíben las devoluciones de personas que corran peligro de cárcel, tortura o muerte, las devoluciones colectivas o la discriminación por cualquiera de los motivos, en este caso el de nacionalidad.

La decisión tomada tiene, además, el agravante de que las personas afectadas tendrían que regresar a un país, Turquía, donde los derechos humanos son vulnerados sistemáticamente. Su gobierno no está actuando debidamente en el trato a estas personas, está facilitando el tránsito de combatientes, armas y recursos petrolíferos con los grupos islamistas que operan en Siria e Irak, sigue masacrando al pueblo kurdo y está violando sistemáticamente derechos como el de prensa, reunión, manifestación, etc. A cambio el gobierno turco recibirá de la UE importantes contrapartidas económicas, como pago por sus servicios de hacer el juego sucio. Mucho dinero, cuantioso, negado con anterioridad al gobierno griego para hacer frente a las situaciones que cada día se tiene que enfrentar sólo en este asunto.    

Durante los últimos meses estamos asistiendo en el seno de la UE a un pulso entre quienes  se oponen a la llegada de personas refugiadas y quienes no lo rechazan. Hay sectores de población que están actuando con un claro sesgo xenófobo y racista, amparados bajo el manto de un nacionalismo excluyente que en muchas ocasiones adquiere un carácter fascista. Por otro lado, se encuentran los sectores de la sociedad que defienden los principios universales de los derechos humanos como valores éticos que permiten establecer relaciones incluyentes y solidarias entre  las personas, independientemente de su origen o condición.

Los gobiernos de los distintos países están actuando dentro de unos parámetros retrógrados y contrarios a los derechos humanos. En algunos países del este de Europa estos gobiernos tienen un claro carácter xenófobo y en el resto se están dejando influir por los movimientos xenófobos. Temen que sus decisiones, en caso de respetar los derechos humanos, puedan tener repercusiones electorales negativas. Llevan tiempo construyendo alambradas, poniendo todo tipo de trabas, criminalizando su situación, incumpliendo la normativa internacional...

Todo esto es lo que explica el fracaso del plan de reubicación aprobado hace unos meses, pero incumplido flagrantemente todos los gobiernos. Y, por supuesto, la decisión tomada en la Cumbre de Bruselas.