miércoles, 1 de febrero de 2017

Llanto por Samuel, una víctima de la barbarie

















Las playas de Barbate, cerca del cabo de Trafalgar, han acogido el cadáver de Samuel. Un niño de unos cinco años de origen congoleño que atravesó el continente africano dentro de un grupo de personas, como tantos más, huyendo de la barbarie de la miseria para encontrarse con la barbarie de la insolidaridad. Un grupo de personas, como tantos más, que decidieron pasar el Estrecho para arribar al continente de la riqueza. No se sabe qué ha ocurrido con las otras personas de su embarcación, entre las que se cree que estaba su madre. Sólo se sabe que la semana pasada su cuerpo apareció en la playa de Caños de Meca. 

Lo supimos algo después de que ocurriera, porque se sospecha que las autoridades gubernamentales han querido ocultarlo para evitar un nuevo caso Aylán. Ese niño refugiado sirio que apareció hace un par de años en una playa de una isla griega. Han querido ocultar la vergüenza de las secuelas que generan las políticas que se aplican sobre las personas que buscan mejorar sus condiciones de vida o huyen del horror de las guerras y las persecuciones. Esas políticas, contrarias a los derechos humanos, que no cesan de levantar muros, cada vez más altos, más extensos, más dañinos. Aquí, en la Unión Europea, en relación a África y Asia, y allá, en EEUU, en relación al resto de América. 

Ayer, convocada por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, nos concentramos varios cientos de personas en la plaza del Ayuntamiento para solidarizarnos con Samuel. También, con cuantas personas como él llevan muriendo por miles y miles. Para mostrar nuestra indignación. Para denunciar a quienes disponen de las vidas de la gente para llevarlas a la muerte. Porque se trata de muertes evitables. Lo son del capitalismo feroz, que antepone la avaricia de los beneficios a las necesidades de la gente. Y lo son de sus títeres, que actúan a su servicio.