domingo, 20 de agosto de 2017

Más teatro vivo en Salamanca con La Celestina y la Cueva de Salamanca



Cada verano los rincones emblemáticos de Salamanca atraen por turnos a cientos de personas que se deleitan con pequeñas piezas de teatro. Originales, casi siempre, porque en muchas ocasiones más que reproducir obras al uso, se recrean en ellas, profundizan en las leyendas que las soportan y enlazan lo que tienen de tiempo pasado con el presente. Puestas en escena sencillas, pero muy bien ejecutadas  y con unos escenarios reales que resultan únicos e intercambiables.

Estos días he asistido a la representación de dos de esas obras. La primera, La Cueva de Salamanca, todo un mito de oro, puesta en escena por Los Absurdos Teatro (con Alfonso Mendiguchía, Patricia Estrenera y Carlos Vicente), se escenifica en el mismo lugar que ha sido motivo de una leyenda quizás no tan conocida como otras, pero sí tratada por el propio Miguel de Cervantes o, más próximo en el tiempo, José Espronceda. Una excusa, en fin, para llevarnos a autores del conocido como Siglo de Oro y ofrecernos a través del mito del diablo a un diálogo con humor entre esos tiempos pretéritos y nuestros días, poniendo de relieve la vacuidad y hasta la zafiedad de los comportamientos humanos.

La segunda obra es Salamanca, dulce nombre te dieron, de Edulogic Producciones (con Patricia Sánchez, Carlos San Jorge y Elena Davidson). En este caso es La Celestina, la famosa obra de Fernando de Rojas, la que se utiliza para recordarnos pasajes de la obra y enseñarnos algunos aspectos del pasado de la ciudad. A diferencia de la otra, que tiene un único escenario, en este caso se trata de teatro andante, nómada si se quiere, que se desarrolla en distintos rincones de la ciudad, hasta 7, partiendo del Palacio de Anaya y acabando en la Puerta de Aníbal, sin que falten, por ejemplo, los que contienen marcos incomparables como el Huerto de Calixto y Melibea o el Patio Chico. Una representación original y entretenida que, a lo largo de una hora y media, nos atrapa y no deja indiferente a nadie.