miércoles, 14 de febrero de 2018

Murió Josefina Samper, siempre luchadora







































Hace un par de días nos dejó Josefina Samper. Una fiel compañera en todo. Militante comunista desde joven, la inició en la ciudad africana de Orán, que formaba parte de la colonia francesa de Argelia. Era un destino muy frecuente de quienes vivían en el ángulo sureste de la Península, de ese campesinado pobre que buscaba en la emigración allende los mares el futuro que no encontraba en su propio país. Josefina pertenecía a una familia originaria de la alpujarra almeriense que emigró en los años treinta. Y en ese destino conoció algunos años después de la Guerra Civil a Marcelino Camacho. Fue una elección difícil, porque el protagonismo que fue adquiriendo su compañero en la lucha antifranquista fue llevándola a una situación de duros sacrificios. De vuelta en España, ya a finales de los años cincuenta, hubo de afrontar las secuelas inherentes a las represalias derivadas de la lucha política. Fue el sostén de la familia cuando Marcelino era internado en las cárceles. Pero no actuó sólo en su pequeño ámbito privado, porque como militante comunista asumió la solidaridad con quienes sufrían la misma situación. Participó por ello en las redes que se fueron creando, formadas en su mayoría por mujeres, jugando un papel muy activo. Es frecuente verla sonriente acompañada de su compañero, dando la impresión de haber sido una figura de segundo orden. Pero se olvida que en las luchas colectivas cada persona juega un papel tan importante como el de las demás. Hace dos años, gracias a la labor de IU y el PCE, fue galardonada con un reconocimiento simbólico: la Medalla de Andalucía. Con Josefina se va una más de las pocas personas que van quedando de una generación de personas, nacidas en las primeras décadas del siglo XX, que tuvo la dignidad de mirar de tú a tú a quienes llevaban ostentado el poder desde siglos atrás. Una generación que tuvo en su seno a muchas mujeres como Josefina y muchos varones como Marcelino que nunca se doblegaron.      

(Imagen: retrato de Josefina Samper realizado por David Padilla)