jueves, 17 de mayo de 2018

Las pistas de Fernández Buey sobre el mayo del 68



La revista El Viejo Topo (n. 364, mayo de 2018) el artículo de Francisco Fernández Buey "Tres pistas para intentar entender mayo del 68", publicado hace diez años en la revista digital Sinpermiso. Si entonces se cumplía el 40 aniversario, este año, con motivo del medio siglo, se están sucediendo numerosas publicaciones que se refieren al acontecimiento tan trascendente en su momento. El escrito de Fernández Buey resulta muy crítico con lo ocurrido, a la vez que busca desmontar aspectos mitificados. Veamos cómo lo hace

En la primera de las pistas parte de Guy Debord, autor del libro Comentarios sobre la sociedad del espectáculo publicado precisamente en 1988 (en castellano, en 1990, por Anagrama), para quien "lo más importante es lo más ocultado". ¿Y qué fue lo que no se ocultó? Pues que la derecha política de entonces redujo la interpretación de los hechos a una conspiración anarco-marxista, que el gaullismo salió fortalecido, que los restos de los grupúsculos marxistas los interpretaron como una crisis internacional del capitalismo y que los nuevos camaleones fueron adoptando sus interpretaciones según el momento (fin de las ideologías, gran fiesta juvenil, fin de las revoluciones, momento del reformismo...).

La segunda pista es desmontar el carácter festivo, para resaltar el gran susto. Primero, de la burguesía, pero también la pequeña burguesía, los partidos socialista y comunista, y parte de la intelectualidad y el mundo profesional. Desde el poder, con de Gaulle en la cúspide, el susto conllevó la movilización del ejército, la disolución de los grupos trotskistas y maoístas, el regreso de exiliados de la OAS... Y acabada la revuelta estudiantil, poco había quedado de la efervescencia iniciada en mayo. Más hacia el este, en Checoslovaquia, los tanques soviéticos pusieron fin a la Primavera de Praga. Años antes habían caído Lumumba, en África, y Guevara, en América, quedando sólo Vietnam, en Asia. Lo que vino después fue una revolución pasiva, también denominada a veces como cultural, que supuso la "integración por el sistema de todo aquello que puede ser integrado sin que cambie lo esencial". Pero Fernández Buey advierte: el individualismo contemporáneo, el de nuestros días, no salió de las ideas de mayo del 68, sino de quienes acabaron venciendo, incluyendo a quienes acabaron acomodándose. 

La tercera pista se centra en lo que pudo haber quedado o haber salido de los rescoldos del 68. Para  Fernández Buey los movimientos sociales que se fueron desarrollando años después, como el feminismo, el ecologismo y el pacifismo, no surgieron del movimiento rebelde. Éste se centró en el antiautoritarismo y el antiimperialismo. Sus orígenes habría que buscarlos en otros lugares, como las universidades norteamericanas, las manifestaciones en Gran Bretaña contra la guerra, los discursos de Martin Luther King o la Universidad Libre de Berlín.

Y como muestra de lo que Debord denominó como sociedad del espectáculo, que trivializó hasta los eslóganes, se alude una forma especial al célebre de "La imaginación al poder", que no es más que la expresión final de una proclamación más amplia y, sobre todo, jugosa: "Queremos que la revolución que comienza liquide no sólo la sociedad capitalista sino también la sociedad industrial. La sociedad de consumo morirá de muerte violenta. La sociedad de la alienación desaparecerá de la historia. Estamos inventando un mundo nuevo original. La imaginación al poder".